Si hay algo cierto en este mundo es que no hay nada mejor para relajarse que tomar a un buen baño a la turca. De eso estamos plenamente seguros. Un baño turco es un ritual relajante que todos deberíamos darnos el placer de hacerlo como mínimo una vez al año. Pero, un momento. Quizá estamos yendo muy rápido. Así, que mejor empezamos por explicar que consiste.
¿Qué es un baño tuco?
El baño turco, o también conocido como hammam o baño a la turca, es la variante de Oriente Medio de un baño de vapor, que se puede clasificar como una variante húmeda de la sauna. Es mucho más que un simple baño, ducha o chapuzón en una piscina termal. El ritual tradicional del hammam es bastante sencillo, consiste en varias fases centradas en la cultura de la limpieza y al relax. Este proceso tradicional, todavía es utilizado por muchos baños turcos en la actualidad. Este tipo de baño es muy popular, mucho más de lo que pensamos, y no tan solo en Turquía. De hecho, hoy en día podemos encontrar hammams en todas las grandes ciudades del mundo.
Normalmente, el tratamiento dura un período de tiempo determinado dependiendo del centro en que nos encontremos. Los pasos tradicionales del baño a la turca son los siguientes:
1. Relajación y preparación
El ritual se inicia en sala de entrada o camekan. Un habitáculo tranquilo donde se acostumbra a tomar una taza de té o una bebida fría antes del baño.
2. Ajuste al calor
Antes de entrar en contacto con el agua, el tilo (el miembro del personal) le llevará a una zona de transición, la iliklik o la sala intermedia donde empezaremos a acostumbrar nuestro cuerpo al calor y la humedad.
3. Exfoliación completa del cuerpo
Seguidamente se pasa al Hararet, o sala caliente, que acoge una gran pieza de mármol o piedra para acoger a los bañistas. Tumbados, sobre estas grandes losas de mármol nos aplicaran una limpieza y expoliación a fondo de todo nuestro cuerpo.
4. Enjuague y masaje
Por último, el asistente aplicará un jabón especial o incluso aceites corporales mientras nos realiza un masaje relajante.
Todo este proceso hará aflorar nuestra piel una increíble vigorosidad y conseguiremos una piel fina como la de un bebé. Además, es un proceso extremadamente relajante que hará que nos olvidemos por completo de todas nuestras preocupaciones.
Origen de los baños turcos o hammams
Aunque los primeros baños turcos se originaron en Arabia, Turquía popularizó esta práctica poniendo los hammams para todos los ciudadanos. Cuando el imperio otomano conquistó Constantinopla de los romanos en 1450 (la ciudad que hoy en día conocemos como Estambul), llevaron consigo sus propias tradiciones de baño e higiene. Los turcos otomanos encontraron instaurados en la ciudad los hábitos de baño romanos por lo que los fusionaron con los suyos. De esta manera nació un nuevo ritual de limpieza, que cumplía los requisitos y reglas del islam. Los turcos lo llamaron hammam, un nombre que ha perdurado hasta nuestro días. Un lugar que además de ser un lugar de culta a la higiene personal y la relajación, servia de un lugar de encuentro social y político.
El baño turco, tal como las termas romanas son la inspiración y el origen de muchas de nuestras tradiciones modernas de baño actual. En cierta manera debemos a los romanos y los griegos la ducha y el baño de agua caliente ya que fueron ellos los precursores del placer de este tipo de baño. Del mismo modo, el baño de vapor turco, es donde se originan muchos rituales de baño modernos como la sauna. De hecho, el vapor es una de las tradiciones de baño más antiguas del mundo. Aun así, su popularidad no se ha perdido con el paso del tiempo. Todo lo contrario, este ancestral ritual de baño de vapor se ha ido popularizando por todo el mundo y actualmente podemos encontrar este tipo de baños en todas las grandes ciudades del planeta.
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